Enlaces transversales de Book para 6.2.1 Symptom screening
En todo menor de 15 años que haya tenido contacto estrecho con alguien con TB activa debe realizarse el tamizaje de la TB por detección de síntomas, radiografía de tórax o ambos, como parte del rastreo activo de contactos (véase el algoritmo A.5.1 en el anexo 5). Los síntomas que se deben utilizar en el tamizaje de la TB son tos, fiebre y ganancia ponderal insuficiente (o pérdida de peso). En los niños pequeños, la disminución de la actitud lúdica o el letargo también deben incluirse en el tamizaje de síntomas; puede no haber tos. Es útil examinar con regularidad las curvas de crecimiento con el fin de determinar si un niño está perdiendo peso o si su peso se ha estancado. Una meseta en la curva ponderal debe ser una señal de alerta de la posibilidad TB. En la última revisión, un tamizaje por síntomas en el cual un niño presenta uno de los síntomas como tos, fiebre o ganancia ponderal insuficiente tuvo una sensibilidad de 89% y una especificidad de 69% para la TB activa (en comparación con un norma de referencia compuesta) (véase el anexo B en Internet [en inglés] de las directrices sobre el tamizaje).
La baja especificidad de un tamizaje por síntomas exclusivo significa que alrededor de 30% de la población infantil puede tener pruebas de diagnóstico innecesarias o incluso un tratamiento de TB sin necesidad. En la población infantil, la probabilidad de un diagnóstico de TB positivo falso tras el resultado positivo falso de un examen de síntomas puede ser mayor que en la población adulta, dado que con frecuencia este diagnóstico se basa exclusivamente en criterios clínicos. Sin embargo, debido a las tasas altas de mortalidad y morbilidad en los niños con TB, se suele considerar que el riesgo de omitir un diagnóstico supera el riesgo de un diagnóstico falso de TB y un tratamiento innecesario, sobre todo porque, en general, la población infantil tolera bien el tratamiento de la TB y también el TPT. No obstante, los trabajadores de salud deben permanecer atentos a la posibilidad de diagnósticos positivos falsos de TB en la población infantil, supervisar con cuidado su respuesta al tratamiento y tener presentes otras causas posibles, en especial cuando un niño no mejora con el tratamiento. Si otro diagnóstico plausible se confirma, los prestadores de atención pueden considerar la posibilidad de interrumpir el tratamiento de la TB, sin olvidar que la TB puede coexistir con otras enfermedades.