7.6.1. Introducción

La desnutrición aumenta el riesgo de TB al disminuir la inmunidad mediada por células y el efecto catabólico de la enfermedad por TB da lugar a pérdida de peso y emaciación, con lo cual se establece un círculo vicioso (105, 228). A escala mundial, cerca de 45% de las muertes en menores de 5 años son atribuibles a la desnutrición (228). La desnutrición puede ser aguda o crónica y se clasifica en moderada o grave. Los datos del Informe Mundial sobre la Tuberculosis del 2021 indican que 1,9 millones de casos de TB (19%) son atribuibles a la desnutrición cada año (1). Los datos sobre la prevalencia de TB en la población infantil con desnutrición aguda muestran una amplia variabilidad, con 2% a 24% de niños y niñas con desnutrición aguda diagnosticados con TB, en los entornos con carga alta de la enfermedad (229).

Una revisión de las directrices sobre la desnutrición aguda mostró que el tamizaje de la TB no se incluye de manera sistemática en las directrices sobre la desnutrición aguda en los países con carga alta de TB (229). La evaluación sistemática del riesgo de TB, en especial de los antecedentes de exposición a la TB en la población infantil con desnutrición aguda, asociada con mejores vínculos de derivación con los servicios de TB, podría ayudar a aumentar la detección de casos de TB y mejorar los resultados. La integración y coordinación de los servicios de TB y de nutrición son importantes con el fin de lograr una valoración sistemática para detectar la TB, en la población infantil y adolescente con desnutrición (5). Los modelos integrados de atención se abordan en el capítulo 6.

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