3.3.2.1. Población infantil y adolescente con infección por el VIH

La probabilidad de desarrollar una enfermedad por TB es de ocho a 20 veces mayor en la población infantil y adolescente con infección por el VIH que en la población infantil y adolescente sin infección por el VIH, y se les debe dar prioridad en lo que atañe a la evaluación y el TPT sistemáticos en todos los entornos (15, 46). A pesar de los grandes avances en el acceso al TAR y su eficacia, la TB es la causa más frecuente de muertes relacionadas con el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) en todo el mundo (47). Se estimó que, en el 2020, la TB causó más de 21 000 muertes en la población infantil y adolescente menor de 15 años con infección por el VIH y alrededor de 10% de todas las muertes por TB relacionadas con el VIH en este grupo (1). La evidencia demuestra que el TPT aumenta la supervivencia de las personas con infección por el VIH incluso cuando están recibiendo TAR (48). El TPT también proporciona una protección adicional cuando se administra inmediatamente después de finalizar con éxito el tratamiento de la enfermedad por TB en las personas con infección por el VIH (48-50). En el recuadro 3.2 se presentan las recomendaciones pertinentes de las directrices de la OMS del 2020 sobre el TPT (28).

El TPT debe considerarse en los lactantes menores de 12 meses con infección por el VIH y que tienen antecedentes de contacto estrecho con una persona con TB contagiosa. Se debe considerar para el TPT a los niños de 12 meses o más con infección por el VIH, independientemente de si han tenido o no contacto con una persona con TB. Se recomienda el TPT para los niños con infección por el VIH, tanto si siguen TAR como si no. La evidencia del beneficio aditivo del TPT en los niños con infección por el VIH que reciben TAR es limitada, aunque plausible, dada la eficacia observada en los adultos con infección por el VIH que reciben TAR más TPT. Del mismo modo, el efecto del TPT en los niños con infección por el VIH después de haber completado con éxito el tratamiento de la TB se extrapola en gran medida a partir de los beneficios observados en adultos expuestos a la reinfección y a la recidiva de la TB.

Al igual que los lactantes menores de 12 meses con infección por el VIH, los lactantes nacidos de mujeres con infección por el VIH son vulnerables a la infección temprana por TB debido al riesgo materno de contraer la enfermedad por TB (51, 52). Dados los malos resultados de la enfermedad por TB en la infancia, es importante considerar el uso del TPT en los lactantes que no muestran signos de enfermedad por TB. Los programas de prevención de la transmisión maternoinfantil del VIH ofrecen una plataforma importante para hacer el tamizaje de los lactantes expuestos al VIH con el fin de detectar la enfermedad por TB y proporcionar TPT a los que no tienen la enfermedad por TB. Por lo tanto, se debe establecer un vínculo firme entre los servicios de prevención maternoinfantil y los PNT (53).

La OMS recomienda que se proporcione TPT a los niños con infección por el VIH que hayan completado con éxito el tratamiento de la enfermedad por TB. Las personas con infección por el VIH tienen mayor riesgo de recidiva de la enfermedad por TB en comparación con las personas sin infección por el VIH. Se ha demostrado que un ciclo completo de tratamiento de la TB con un esquema de cuatro fármacos tiene una tasa de éxito del tratamiento muy alta y una incidencia de recidiva muy baja (entre 2% y 3%). En las personas con infección por el VIH, el riesgo es varias veces mayor, posiblemente debido al fracaso del tratamiento, a la aparición de resistencia a los medicamentos durante el tratamiento o a la reinfección por una nueva cepa de M. tuberculosis (54-57). En un estudio realizado en personas con infección por el VIH cuyo episodio inicial de TB se consideró resuelto, 14% presentaron una recidiva de la TB, que casi en 90% de los casos se debió a la reinfección por una cepa de M. tuberculosis diferente (58). Las intervenciones clave para minimizar la recidiva de la TB consisten en garantizar la finalización del ciclo inicial del tratamiento para la TB, la adopción de medidas eficaces de control de infecciones en entornos clínicos y comunitarios frecuentados por personas con infección por el VIH, y el TPT tras completar un ciclo de tratamiento de la TB (59, 60).

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