8.2 Embarazo

La información epidemiológica sobre la TB en el embarazo es escasa. En el Reino Unido, la probabilidad de desarrollar una TB fue dos veces mayor en las mujeres que se encontraban al comienzo del puerperio que en las que no estaban embarazadas (63).

En un estudio poblacional reciente realizado en Mozambique, se evaluó la prevalencia de la TB en el embarazo y se encontró que era similar a la de la población general, aunque era mayor en las mujeres con infección por el VIH (64). La prevalencia de la TB fue de 505 (IC de 95%: 242-926) por cada 100 000 embarazadas y de 297 (IC 95%: 61-865) por cada 100 000 puérperas. La prevalencia de TB fue de 1626 por 100 000 (IC de 95%: 782-2970) en las embarazadas con infección por el VIH y de 984 por 100 000 (IC de 95%: 203-2848) en las puérperas con infección por el VIH.

Además de los riesgos relacionados con la TB para la madre, la TB durante el embarazo se ha asociado a una mortalidad perinatal elevada, al nacimiento de niños pequeños para la edad gestacional y al nacimiento de niños prematuros y con peso bajo al nacer (65). La enfermedad por TB materna se asocia a peores resultados neonatales, en parte debido a la privación social y otros factores que se asocian a un riesgo mayor de TB durante el embarazo (66). La TB diseminada en la madre puede causar TB congénita en el recién nacido, pero se trata de una situación poco frecuente (67). Durante el embarazo es frecuente que se retrase el diagnóstico de la TB, debido a sus síntomas inespecíficos y a su presentación superpuesta a otras enfermedades infecciosas. Los resultados perinatales adversos son aún más pronunciados en las mujeres con enfermedad avanzada, diagnóstico tardío y tratamiento farmacológico incompleto o irregular. Muchos consultorios prenatales no están preparados para diagnosticar la TB (68). Dado que el embarazo se suele considerar un criterio de exclusión, faltan datos de ensayos clínicos en los que se incluya esta importante categoría de pacientes. El tratamiento habitual para la TB-DS se considera seguro en el embarazo, y sus beneficios superan los graves riesgos que supone la TB no tratada. Es útil determinar la función hepática antes de comenzar el tratamiento; si la función hepática está alterada, se llevará a cabo el manejo adecuado (69, 70). Las cuestiones fundamentales relacionadas con el manejo del tratamiento durante el embarazo se refieren a la seguridad del hijo antes y después del nacimiento, teniendo en cuenta tanto el riesgo de transmisión (es decir, de la madre al hijo) como el posible efecto teratógeno de los fármacos contra la TB.

La TB neonatal se debe con mayor frecuencia a la inhalación de bacilos tuberculosos. Siempre que la madre haya recibido al menos 2 semanas de tratamiento para la TB-DS, no es necesario aislar al lactante (71). Esto es especialmente pertinente dada la importancia de la lactancia materna para la salud infantil. El diagnóstico y el tratamiento tempranos ayudan a garantizar el mejor resultado posible de la TB en el embarazo, tanto para la madre como para el hijo.

Se suele tratar a las embarazadas según el esquema estandarizado de 6 meses de 2HRZE/4HR. No hay ninguna evidencia sobre el uso del esquema de 4 meses de 2HPMZ/2HPM durante el embarazo (1). Los expertos han sugerido que se use la piridoxina para complementar el esquema contra la TB en el embarazo, porque la probabilidad de que se produzca una deficiencia es mayor que en la población general (72).

Consideraciones relativas a la puesta en práctica

  • Las necesidades de aislamiento de la madre se deben reducir al mínimo necesario para evitar la transmisión al niño, con el fin de conseguir que no se interrumpa la lactancia materna
  • La educación para la salud sobre los fundamentos del control de infecciones, con especial atención a la protección personal y la ventilación, es un componente importante del manejo del tratamiento de la TB-DS durante el embarazo.
  • Aunque los fármacos utilizados para tratar la TB-DS se suelen tolerar bien y es poco probable que provoquen eventos adversos en la madre y el hijo, la vigilancia de los eventos adversos es importante para conseguir que se notifiquen rápidamente y se traten sin demora.
  • El manejo de los pacientes mencionados en esta sección (es decir, las embarazadas y otros) implica un enfoque multidisciplinario; puede ser de ayuda un consejo de expertos en TB para apoyar el manejo de las personas con TB difícil de tratar (62, 73).
  • Es importante la coordinación del PNT con los consultorios de atención prenatal, con el fin de garantizar el diagnóstico rápido y el tratamiento eficaz de la TB en el embarazo.

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