3.5 Seguimiento del tratamiento

Se debe garantizar el seguimiento regular del tratamiento para evaluar la respuesta al mismo y cualquier evento adverso.

Las herramientas disponibles para el seguimiento del tratamiento son las pruebas bacteriológicas (baciloscopia, cultivo y PSF de esputo), la radiografía de tórax y la exploración clínica realizada por el médico que trata al paciente.

Los momentos de evaluación importantes de los exámenes de seguimiento de la TB necesarios son al cabo de 2 meses de tratamiento (sobre todo si el paciente no mejora y se sospecha una farmacorresistencia subyacente y un posible fracaso del tratamiento) y al final del tratamiento.

Si la baciloscopia de la muestra de esputo obtenida al final de la fase intensiva del tratamiento (es decir, al final del segundo mes) es positiva y el paciente no muestra una mejoría clínica o radiológica, se debe realizar un cultivo y PSF de esputo. Basándose en estos resultados, se debe reevaluar al paciente para determinar posibles factores de riesgo de fracaso del tratamiento y modificar la estrategia de tratamiento si fuera necesario.

El cultivo y las PSF son importantes para determinar si los bacilos están vivos y si hay alguna resistencia que no se haya detectado previamente.

Pueden producirse malabsorción de fármacos e interacciones farmacológicas, sobre todo en las personas con infección por el VIH o diabetes, las que están en cuidados intensivos o las que reciben concomitantemente otros medicamentos. Cuando el médico sospecha que hay malabsorción, es útil realizar la evaluación y el seguimiento de las concentraciones sanguíneas de los fármacos que componen el esquema de tratamiento; esto se puede hacer mediante el seguimiento farmacoterapéutico (25). En la sección 9 se presenta información adicional sobre el seguimiento clínico en caso de eventos adversos debidos a los medicamentos contra la TB y sobre el seguimiento del tratamiento mediante la baciloscopia y el cultivo de esputo y la radiografía de tórax.

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