7.2.2. TB congénita y neonatal

La TB congénita es una enfermedad por TB adquirida en el útero por diseminación hematógena a través del cordón umbilical o en el momento del parto por aspiración o ingestión de secreciones cervicovaginales o líquido amniótico contaminados. La TB congénita suele aparecer en las primeras tres semanas de vida y tiene una tasa de mortalidad alta. La TB neonatal es la TB adquirida después del nacimiento por exposición a una persona con TB contagiosa (en general la madre, pero a veces otro contacto directo). A menudo es difícil distinguir entre la TB congénita y neonatal. La conducta es la misma. Los neonatos expuestos a la TB pueden ser asintomáticos o sintomáticos (6).

Los signos y síntomas de la TB neonatal suelen ser inespecíficos e incluyen letargo, fiebre, dificultad para alimentarse, peso bajo al nacer y ganancia ponderal inadecuada. Las manifestaciones clínicas también son inespecíficas e incluyen dificultad respiratoria, neumonía que no se resuelve, hepatoesplenomegalia, linfadenopatía, distensión abdominal con ascitis y un cuadro clínico de “sepsis neonatal” con TB diseminada. El diagnóstico de TB debe incluirse en el diagnóstico diferencial de la infección neonatal crónica con una respuesta escasa a la antibioticoterapia. El indicador más importante del diagnóstico de TB neonatal es un antecedente materno de enfermedad por TB o infección por el VIH. Los puntos críticos en los antecedentes maternos incluyen neumonía que no se resuelve, tratamiento anterior por TB, contacto con un caso índice de TB e inicio reciente de tratamiento por TB (6).

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