5.5 Seguimiento del tratamiento

En todos los niños y adolescentes que han comenzado el tratamiento de la TB, se debe realizar una evaluación de seguimiento en los siguientes intervalos, como mínimo:

  • Población infantil y adolescente sin infección por el VIH: 2 semanas y 4 semanas después de iniciar el tratamiento, al final de la fase intensiva (al cabo de 2 meses) y al finalizar el tratamiento, al cabo de 4 meses; y
  • Población infantil y adolescente con infección por el VIH: 2 semanas y 4 semanas después de iniciar el tratamiento y luego cada mes hasta finalizar el tratamiento, a los 4 o 6 meses (dependiendo del esquema utilizado).

Los requisitos del seguimiento clínico para el esquema acortado son los mismos que para el esquema de 6 meses. Los resultados del tratamiento se determinan al finalizarlo, es decir, al cabo de 4 meses en el caso del esquema acortado.

El seguimiento debe incluir, como mínimo, lo siguiente:

  • evaluar la resolución o la persistencia de los signos y síntomas relacionados con la TB, los signos y síntomas de los efectos secundarios de los medicamentos y otros signos y síntomas;
  • determinar el peso: las dosis deben ajustarse en función del aumento de peso;
  • evaluar la adhesión, es decir, examinar la tarjeta de tratamiento y hablar al respecto con el paciente, los cuidadores y otras personas que apoyan el tratamiento; y
  • obtener muestras de esputo de seguimiento para realizar la baciloscopia, 2 meses después de comenzar el tratamiento y al finalizarlo, en cualquier paciente pediátrico con resultados positivos en las pruebas Xpert® MTB/RIF o Xpert® Ultra, la baciloscopia o el cultivo en el momento del diagnóstico, si el establecimiento de tratamiento tiene capacidad para realizar la prueba.

La mejoría sintomática y el aumento de peso son los marcadores más valiosos del éxito o el fracaso del tratamiento (30). Si se obtienen resultados positivos en la baciloscopia de seguimiento, se deben llevar a cabo otras pruebas complementarias para evaluar la farmacorresistencia (Xpert® MTB/RIF o Xpert® Ultra, cultivo y PSF) y buscar otras causas de mala respuesta al tratamiento. Entre las posibles causas de una mala respuesta se encuentran las siguientes (30):

  • dosis incorrecta;
  • adhesión afectada por eventos adversos; o
  • el niño o el adolescente:
    • no toma los fármacos según la prescripción o tiene una absorción gastrointestinal deficiente de uno o más fármacos;
    • tiene infección por el VIH y ha desarrollado el síndrome inflamatorio de reconstitución inmunitaria o tiene una infección oportunista;
    • está (gravemente) desnutrido, y no se está tratando adecuadamente la desnutrición aguda grave; o
    • tiene otra afección o enfermedad concomitante.

En los niños que no pueden expectorar, no es necesario obtener una nueva muestra al final del tratamiento si el resultado en la muestra obtenida a los 2 meses es negativo. No está indicado repetir la toma de muestras a los 2 meses en los niños con TB no confirmada, salvo que haya una respuesta clínica inadecuada sin mejoría sintomática ni nutricional. La radiografía de tórax de seguimiento no es necesaria si el niño está respondiendo bien al tratamiento de la TB. Los niños suelen tener una respuesta radiográfica lenta al tratamiento y pueden tener anomalías radiográficas persistentes al finalizarlo (30), pero esto no significa que no estén respondiendo al tratamiento.

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