5.4.2. Secuelas de la meningitis por TB en la población infantil y adolescente

La meningitis por TB es la forma más debilitante de TB en la población infantil. Tiene altas tasas de secuelas neurológicas a pesar de la curación y afecta desproporcionadamente a los menores de 5 años (4, 134). El riesgo conjunto de secuelas neurológicas en los niños con meningitis por TB fue de aproximadamente 50% en una revisión sistemática de los resultados del tratamiento, y el estadio clínico más avanzado de la enfermedad en el momento del diagnóstico (estadios 2a/b y 3) se asoció a peores resultados al final del tratamiento (94). La discapacidad funcional y neurocognitiva grave se observa entre 12% y 26% de los niños con meningitis por TB y requiere atención y apoyo a largo plazo (95, 96, 135, 136). Los resultados de los niños que sobreviven a la meningitis por TB hasta la edad adulta no están adecuadamente documentados. Se carece de información sobre el deterioro neurocognitivo, funcional y conductual a largo plazo. Se han desarrollado varios instrumentos para la evaluación estandarizada de las deficiencias o los resultados del neurodesarrollo, neurocognitivos, funcionales y neuroconductuales relacionados con la meningitis por TB en función de la edad, los dominios evaluados y el tipo de prueba (valoración basada en el rendimiento, autoevaluación o valoración del cuidador).

En el anexo 7 se ofrece un panorama general de las opciones para las pruebas neurocognitivas y funcionales al final del tratamiento y posteriormente, incluso a lo largo de la escolarización, cuando los recursos lo permiten (137). Las pruebas de diagnóstico por neuroimágenes no suelen estar indicadas, ya que existe una baja correlación entre los resultados en estas pruebas al final del tratamiento y los resultados del desarrollo (138).

Cerca de 80% de los niños con meningitis por TB en estadio 2 o 3 tienen hidrocefalia, y 20% de ellos tienen una hidrocefalia obstructiva que requiere una derivación ventriculoperitoneal, para lo cual se requiere una revisión cada seis meses con el fin de detectar una posible disfunción de la derivación. Los fisioterapeutas o terapeutas ocupacionales deben participar en la evaluación y el manejo del tono muscular y la necesidad de transporte (p. ej., el uso de una silla de ruedas).

Los niños con secuelas discapacitantes graves deben ser evaluados por un equipo multidisciplinario para conocer las necesidades de atención clínica general tras la meningitis por TB, incluido el tratamiento del dolor. También se debe hacer una evaluación al final del tratamiento relativa a las opciones de alimentación, como la gastrostomía percutánea con o sin fundoplicatura gástrica para aliviar el reflujo gastroesofágico.

Cerca de 15% de las personas que sobreviven a la meningitis por TB son total o parcialmente ciegas (139). Las principales causas son la presión intracraneal crónicamente elevada (hidrocefalia o tuberculomas), la afectación directa del quiasma óptico o de los nervios ópticos y la vasculitis relacionada con un infarto occipital. Se recomienda evaluar periódicamente la visión (agudeza visual y campos visuales) y promocionar la salud ocular.

El hipopituitarismo debido a lesiones que afectan al hipotálamo, al tallo hipofisario o a la hipófisis se ha descrito en 20% de los niños, a menudo años después de haberse recuperado de la meningitis por TB (140). Es beneficioso el reconocimiento temprano de la restricción del crecimiento, la pubertad precoz y la obesidad.

En el cuadro 5.15 se resume la evaluación clínica del final del tratamiento en la población infantil con meningitis por TB.

Cuadro 5.15. Evaluación clínica del final del tratamiento en la población infantil con meningitis por TB

Table 5.15. End-of-treatment clinical assessment in children with TB meningitis

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