Enlaces transversales de Book para 5.4.3. Post-TB lung disease in children and adolescents
Según los datos obtenidos en la población adulta con TB, una proporción considerable de personas refieren que tienen síntomas residuales, como tos y disnea, a pesar de la curación microbiológica al final del tratamiento de la TB. Esto repercute en su calidad de vida y aumenta el riesgo de muerte prematura (141-143). La TB pulmonar previa aumenta sustancialmente el riesgo de TB recidivante, lo que puede deberse, al menos en parte, al daño pulmonar residual (144, 145).
La evaluación del final del tratamiento de la TB tiene como objetivo identificar a los niños con enfermedad pulmonar posterior a la TB, y debe considerarse en los niños con formas más graves de TB pulmonar y en los que siguen siendo sintomáticos al final del tratamiento de la TB. Los efectos a largo plazo de la TB pulmonar dependen del tipo (parenquimatoso, ganglionar, otros), la gravedad y la edad. Los niños con enfermedad parenquimatosa destructiva y los que tienen complicaciones de las vías respiratorias no tratadas y desarrollan estenosis bronquial pueden tener un riesgo especialmente alto de morbilidad respiratoria a largo plazo. Otros niños de alto riesgo son los que desarrollan una fístula broncoesofágica.
Si los recursos lo permiten, se debe establecer un seguimiento a largo plazo para el manejo de estos niños (véase el cuadro 5.16). La evaluación debe incluir un tamizaje de síntomas, una exploración clínica básica y una evaluación nutricional. Se debe considerar la posibilidad de hacer pruebas radiológicas de diagnóstico por imágenes al final del tratamiento para evaluar las anomalías residuales, especialmente en los niños con una enfermedad más extensa y para permitir la comparación si la TB recidiva, si los síntomas continúan o si aparecen nuevos síntomas respiratorios. La tomografía computarizada torácica no es fácilmente accesible en los entornos de bajos recursos, o no está indicada; sin embargo, hay que considerarla si hay síntomas o signos respiratorios crónicos o recurrentes importantes y alteraciones radiológicas, con el fin de evaluar la extensión de la enfermedad pulmonar posterior a la TB, o para descartar otro diagnóstico subyacente, incluida una posible TB‑DR. En estos casos, si no se realizó una tomografía computarizada en el momento del diagnóstico, se debe considerar la posibilidad de hacerla durante el tratamiento o al finalizarlo.
Se debe plantear la posibilidad de realizar pruebas funcionales pulmonares a todos los niños con edad suficiente para llevarlas a cabo (normalmente a partir de los 4 años) que hayan tenido una TB pulmonar grave; entre estas pruebas se debe incluir una espirometría realizada antes y después de la broncodilatación según las directrices de la European Respiratory Society y la American Thoracic Society (146), utilizando los intervalos de referencia de la Global Lung Function Initiative (147).
Cuadro 5.16. Evaluación del final del tratamiento de la enfermedad pulmonar posterior a la TB en la población infantil
En los adultos, la enfermedad pulmonar posterior a la TB es heterogénea e incluye patologías que afectan a las vías respiratorias, al parénquima y a los compartimentos vasculares pleurales y pulmonares con patrones mixtos (131). El tratamiento médico y el seguimiento a largo plazo de la población infantil y adolescente con enfermedad pulmonar posterior a la TB deben guiarse por los signos y síntomas, el tipo de enfermedad respiratoria y las exploraciones complementarias adicionales. La broncodilatación puede ser eficaz en los niños con enfermedad obstructiva de las vías respiratorias con respuesta, pero la evidencia es limitada. Se debe proceder a la derivación a un consultorio de enfermedades respiratorias o neumología, de estar disponible, para el tratamiento de las bronquiectasias (148). El papel de la rehabilitación pulmonar y de las técnicas de desobstrucción de las vías respiratorias requiere más investigación, y su uso debe guiarse por los signos y síntomas y las infecciones recidivantes.