3.3.2.2. Niños y adolescentes que son contactos del hogar

Los menores de 5 años que son contactos del hogar de personas con TB confirmada bacteriológicamente tienen un riesgo significativamente mayor de contraer la infección por TB y de evolucionar rápidamente hacia la enfermedad por TB. Los menores de 2 años también corren un riesgo especialmente alto de padecer formas de TB graves y diseminadas, con un riesgo muy alto de morbilidad y mortalidad. En todos los menores de 5 años que son contactos del hogar de un caso de TB se recomienda encarecidamente el TPT una vez que se haya descartado la enfermedad por TB. Otros contactos del hogar también corren mayor riesgo de contraer la infección por TB en comparación con la población general y hay que tenerlos en cuenta para la gestión programática del TPT.

La OMS recomienda que se considere la posibilidad de administrar el TPT a determinados contactos del hogar de personas con TB‑MDR, incluidos los niños, las personas que reciben tratamiento inmunosupresor y las personas con infección por el VIH, ya que la evidencia muestra más beneficios que perjuicios (28). La decisión de tratar a los contactos de personas con TB‑MDR debe tomarse de forma individual, en lo que respecta a la selección de la persona a la que se debe tratar y al esquema de TPT. Actualmente, la OMS no recomienda ningún esquema de tratamiento preventivo específico para los contactos de personas con TB‑MDR, al ser insuficiente la evidencia. Sin embargo, en estudios en los que se basó esta recomendación se utilizó la levofloxacina, con o sin etambutol o etionamida, administrada a diario durante seis meses. El TPT debe considerarse únicamente tras haber descartado la enfermedad por TB mediante una evaluación clínica o conforme a las directrices nacionales, y después de una cuidadosa evaluación del riesgo que incluya la intensidad de la exposición, la certeza de la fuente de la enfermedad, información fiable sobre el patrón de farmacorresistencia del caso original y posibles reacciones adversas a los medicamentos.

Antes de iniciar el TPT, es deseable confirmar la infección por TB mediante la prueba de la tuberculina o el ensayo de liberación de interferón γ. Esto maximiza la probabilidad de que el TPT no se administre innecesariamente para prevenir la TB‑MDR. Hay menos evidencia sobre el balance de beneficios y perjuicios de los medicamentos utilizados para prevenir la TB‑MDR en comparación con los usados para prevenir la TB farmacosensible; así pues, al tomar la decisión de proporcionar el TPT se debe considerar cuidadosamente cualquier riesgo potencial. Si se utiliza una fluoroquinolona para la prevención de la TB‑MDR, es importante descartar la enfermedad por TB para limitar el riesgo de aparición de resistencia a esta clase de medicamentos (por ejemplo, la levofloxacina es un medicamento clave en los esquemas de tratamiento de segunda línea; la moxifloxacina se recomienda para el tratamiento de la TB farmacosensible como componente del esquema de cuatro meses en adolescentes mayores de 12 años y adultos) si la persona necesitara tratamiento para la enfermedad por TB o por TB‑MDR en el futuro. Se debe garantizar la observación clínica estricta de los signos de enfermedad por TB durante al menos dos años después de la exposición, independientemente de si se administra o no el TPT para la TB‑MDR.

Las consideraciones relativas a la puesta en práctica para llegar a los contactos del hogar se describen en el capítulo 2.

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