2.3.1.1. Tamizaje de síntomas

En los menores de 10 años que hayan estado en contacto estrecho con una persona con enfermedad por TB, se debe hacer el tamizaje de la TB mediante un tamizaje de síntomas o radiografías de tórax como parte de la investigación de contactos. En el tamizaje de la TB se analizan los siguientes síntomas: tos durante más de dos semanas, fiebre durante más de dos semanas, y ganancia ponderal insuficiente o pérdida de peso en los últimos tres meses. En la población infantil de corta edad, también se debe incluir la disminución de la capacidad de juego o el letargo, ya que la tos prolongada puede estar ausente en los niños que tienen una enfermedad diseminada.

El tamizaje se lleva a cabo usando todas las preguntas como parte de un tamizaje de síntomas. Si están presentes uno o más síntomas, se considera que el niño tiene resultados positivos en el tamizaje y que su manejo debe hacerse como si tuviera una TB presuntiva (figura 2.3). Es útil examinar periódicamente las curvas de crecimiento para determinar si un niño ha estado perdiendo peso o si su peso se mantiene estable. La pérdida de peso o el estancamiento de la ganancia ponderal (retraso del crecimiento) deben ser una señal de advertencia de una posible TB.

Figure 2.3. Algorithm for TB screening in children with symptoms

Figure 2.3. Algorithm for TB screening in children with symptoms

En una revisión sistemática sobre las pruebas de tamizaje de la TB pulmonar en la población infantil, un tamizaje de síntomas en el que un niño presentara cualquiera de los síntomas de interés (tos, fiebre o ganancia ponderal insuficiente) tuvo una sensibilidad de 89% y una especificidad de 69% para la enfermedad por TB (frente a un patrón de referencia compuesto) (25).

Dada la baja especificidad del tamizaje de síntomas cuando se utiliza de forma aislada, es posible que se realicen pruebas diagnósticas o se administre tratamiento para la TB innecesariamente a cerca de 30% de la población infantil. El riesgo de un diagnóstico de TB positivo falso después de un resultado positivo falso en el tamizaje de síntomas puede ser mayor en la población infantil que en la adulta, ya que es frecuente que dicho diagnóstico se realice únicamente por motivos clínicos. Debido a las altas tasas de mortalidad y morbilidad en la población infantil con TB y al hecho de que el tratamiento de la TB se suele tolerar muy bien, el riesgo de pasar por alto el diagnóstico se considera generalmente mayor que el riesgo de un diagnóstico falso y de un tratamiento innecesario de la TB, en particular porque la población infantil suele tolerar bien el tratamiento de la TB y el TPT (véase el capítulo 4). No obstante, los trabajadores de atención de salud deben permanecer atentos a los posibles diagnósticos positivos falsos de TB en la población infantil, hacer un seguimiento cuidadoso de las respuestas al tratamiento y considerar diagnósticos alternativos, especialmente si no hay mejoría con el tratamiento. Si se confirma un diagnóstico alternativo aceptable, los prestadores de servicios pueden considerar la posibilidad de interrumpir el tratamiento de la TB, pero teniendo en cuenta que la TB puede coexistir con otras enfermedades. El tratamiento de la TB nunca debe utilizarse como un “ensayo de tratamiento” (véase el capítulo 5).

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