6.5. TB y emergencias de salud

Las emergencias de salud como la pandemia de COVID‑19 se asocian con una interrupción en la prestación de servicios de salud, ya sea de manera directa debido a la atención centrada en la emergencia o indirecta, por las medidas aplicadas con el fin de contenerla.

La pandemia de COVID‑19 ha revertido años de progreso en la prestación de servicios básicos para la TB y en la disminución de la carga de la enfermedad. Ha habido una reducción mundial notable en el número de personas recién diagnosticadas con TB y notificadas. La cifra disminuyó de 7,1 millones en el 2019 a 5,8 millones en el 2020 (con respecto a una estimación de alrededor de 10 millones de personas que contrajeron la TB), lo cual equivale a un retroceso al nivel observado en el 2012. La reducción del acceso al diagnóstico y tratamiento de la TB ha dado lugar a un aumento en el número de muertes asociadas con esta enfermedad. Las estimaciones para el 2020 son de 1,5 millones de muertes por TB (en comparación con 1,4 millones en el 2019), lo cual significa que el número de muertes ha regresado al nivel del 2017. Se pronostica que estas consecuencias serán más graves en el 2021 y el 2022.

La población infantil y de adolescentes jóvenes se ha visto afectada de manera desproporcionada por la pandemia de COVID‑19, con una disminución de la notificación de 28% en los menores 5 años y de 21% en la categoría de 5 a 14 años entre el 2019 y el 2020, en comparación con 18% en los jóvenes de 15 años o más (1).

Es probable que el impacto negativo de las emergencias de salud sea más grave en los grupos vulnerables como la población infantil y adolescente que suele depender de los adultos para buscar atención médica. Los impactos indirectos de las emergencias de salud como la reducción de los ingresos familiares, el aumento de la pobreza, la inseguridad alimentaria, la desnutrición, las citas de control de salud incumplidas, las vacunas omitidas y las ausencias escolares, pueden tener consecuencias en la TB.

Los PNT deben procurar no dejar atrás a la población infantil y adolescente al diseñar y ejecutar estrategias innovadoras que permitan mantener la prestación de servicios de TB durante las emergencias de salud y en la etapa de recuperación (178).

En mayo del 2021, la OMS actualizó su nota informativa sobre las consideraciones relativas a la TB en el contexto de la COVID‑19, con el fin de orientar a los países sobre las estrategias que permiten mantener la continuidad de los servicios de TB (179). Estos enfoques deben centrarse en las personas y al mismo tiempo aprovechar las oportunidades que se presentan en ambas enfermedades. Por ejemplo, tanto la COVID‑19 como la TB se manifiestan por síntomas respiratorios, lo cual brinda la oportunidad de realizar pruebas simultáneas para minimizar las posibilidades de que se pase por alto alguna de las enfermedades y no se preste una atención adecuada (180). Los procedimientos traumáticos de obtención de muestras como la inducción del esputo plantean un riesgo mayor de transmisión de la TB y la COVID‑19 si no se respetan las medidas de control de infecciones recomendadas. En estas circunstancias, se puede dar prioridad a métodos de obtención de muestras menos traumáticos (véase el capítulo 4 sobre los enfoques de diagnóstico).

Los PNT deben garantizar que no se interrumpa el suministro de las presentaciones de medicamentos adaptadas a las necesidades de la población infantil y adolescente y que, en estos grupos, quienes contraigan la TB reciben reposiciones suficientes que permitan mejorar la finalización del tratamiento y reducir al mínimo los desplazamientos frecuentes a los establecimientos de salud. Esto se puede lograr mediante la dispensación de una cantidad de medicamentos para la TB que dure varios meses o su entrega en la comunidad.

Deben reforzarse los mecanismos existentes que garantizan existencias suficientes de TPT para satisfacer el aumento previsto en las necesidades de este tratamiento, debido a las personas con TB no diagnosticada y al aumento de la exposición por causa de los confinamientos con motivo de la COVID‑19. Es necesario hacer esfuerzos para lograr que se continúe sin interrupciones la administración de la vacuna BCG en recién nacidos y la población infantil.

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