2.3. Enfoques para el tamizaje de la TB en la población infantil y adolescente

El tamizaje sirve para identificar a los niños y adolescentes que pueden tener la enfermedad por TB (TB presuntiva) y que necesitan una evaluación adicional para hacer el diagnóstico de TB o confirmarlo (véase el capítulo 4). También ayuda a identificar a los niños y adolescentes que reúnen los criterios para recibir el TPT y pueden beneficiarse de él. Una prueba de tamizaje no pretende ser una herramienta de diagnóstico. Las personas con resultados positivos en una prueba de tamizaje deben someterse a una evaluación diagnóstica posterior.

Se debe realizar sistemáticamente el tamizaje de la población infantil y adolescente con infección por el VIH para detectar la enfermedad por TB en cada visita a un establecimiento de salud. Se debe realizar sistemáticamente el tamizaje de los niños y adolescentes que son contactos del hogar de personas con TB para detectar la enfermedad por TB durante la investigación de contactos o durante el seguimiento del tratamiento del paciente inicial.

En las personas de 15 años o más de grupos poblacionales en los que se recomienda el tamizaje de la TB, el tamizaje sistemático de la enfermedad por TB puede llevarse a cabo mediante el tamizaje de síntomas, la radiografía de tórax, pruebas moleculares de diagnóstico rápido (PDRm) recomendadas por la OMS u otras pruebas (véase el recuadro 2.7), ya sea de manera aislada o combinada.

En los menores de 15 años que son contactos estrechos de una persona con TB, se debe realizar el tamizaje sistemático de la enfermedad por TB utilizando el tamizaje de síntomas (cualquiera de los siguientes: tos durante más de dos semanas, fiebre durante más de dos semanas o ganancia ponderal insuficiente en los últimos tres meses), radiografías de tórax o ambos.

El tamizaje de la enfermedad por TB en la población infantil es imprescindible para detectar antes la TB, iniciar antes el tratamiento y aumentar la probabilidad de obtener mejores resultados del tratamiento (13, 14). Dado que los niños de corta edad pueden tener una enfermedad por TB extrapulmonar con o sin afectación pulmonar, los trabajadores de atención de salud deben tener presentes los signos y síntomas indicativos de una TB en otras localizaciones (p. ej., TB linfática, abdominal, meníngea u osteoarticular). Es frecuente que los signos y síntomas de TB no se reconozcan en la población infantil, ya que son menos específicos y se superponen con los de enfermedades comunes de la infancia, lo que a menudo provoca un retraso en el diagnóstico. Ciertas formas de TB, especialmente la TB del sistema nervioso central (SNC), conllevan un riesgo alto de muerte o discapacidad permanente cuando se detectan tarde, incluso aunque se traten. La meningitis por TB, la TB diseminada y la TB vertebral son urgencias médicas que deben reconocerse rápidamente, y se debe remitir a estas personas al nivel de atención adecuado de inmediato. La TB también puede presentarse con otras características de gravedad (p. ej., neumonía grave, desnutrición grave o anemia grave) que requieren atención hospitalaria.

Los riesgos de enfermedad grave y muerte por TB pueden reducirse mediante la administración de la vacuna BCG (23, 24). Sin embargo, la protección es incompleta, y las consideraciones relativas al tamizaje que se comentan en esta sección se aplican independientemente del estado respecto a la vacunación con la BCG. Los niños en los que se debe hacer el tamizaje son los que tienen un riesgo particularmente alto de contraer la enfermedad por TB, sobre todo los que están en contacto estrecho con una persona con TB y los niños de hasta 9 años con infección por el VIH. En el caso de los adolescentes entre 10 y 19 años con infección por el VIH, se dispone de una gama más amplia de herramientas y pruebas para el tamizaje (véase el recuadro 2.7).

#recuadro1

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Se alienta a los países a que hagan el seguimiento y evalúen el rendimiento de los enfoques de tamizaje de la TB en la población infantil y adolescente en la que se debe realizar el tamizaje, incluidos los contactos pediátricos estrechos o del hogar y la población infantil con infección por el VIH, desglosados por herramientas y algoritmos de tamizaje, para ampliar la base de evidencia sobre el rendimiento, los costos, la seguridad y los resultados clínicos de las diferentes estrategias de tamizaje.

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